sábado, 4 de noviembre de 2017

DIARIO DE UN AGONIZANTE - XVI de Julio INVERSO


Ella siempre sonríe en mi recuerdo. La sonrisa en su patria. Allí la dejé. Mi sueño y mi recuerdo más antiguo(1982) es su sonrisa. Lo demás son tinieblas y vagas metafísicas. A veces hay un brillo (de los ojos), una mano que viene, refrenada y marítima (hasta podría imaginar que esa mano alcanza mi pelo). Quizás podría reconstruir, con algún esfuerzo, a aquella mujer y tenerla, nueva, y tenderla a mi lado: una mujer hecha de visiones, fervores y anhelos. Pero, al final, ella está quieta en mi recuerdo, cardinal y levemente maligna, inaugurando para mí el amor, cambiándome el curso de la era, mientras sigo a sus pies, hablando del amor, como aquella noche. Su sonrisa me basta. No necesito saber más para seguirla amando. 
Pero ahora, en cambio, está saliendo el sol y me sacudo esos penosos atributos, me despojo y me levanto, a sumarme a la algarabía y al concierto de las pequeñas criaturas.


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